| Francesco Colli y Carlota Escabia Riera
| 2016 | 3r curso | ETSAB
| Profesor: Jordi Badia
El proyecto nace de la definición formal del vacío. Tres plazas enlazadas entre ellas conforman el nuevo espacio público. Al tratar con el lleno, nos limitamos a edificar en los huecos evidentes y dar una fachada al final de la ciudad. Estas tres plazas representan un vacío dentro de un lleno intencionadamente denso. Un espacio público que busca recuperar algunos viejos valores de las piazzas del Renacimiento italiano y lo que estas suponían: la costumbre, ya olvidada, de habitar el espacio público. La forma ortogonal de las plazas se considera como un valor a mantener. La masa edificada es la que se adapta a la forma de estas.
La estructura de la masa edificada juega un papel protagonista en la percepción del espacio interior. A través de una estructura de pilares en cruz de hormigón se generan unos pasos muy amplios entre estancias como la cocina, la sala de estar o el comedor. Cuando se accede a las habitaciones o los lavabos, se añade un muro de termoarcilla a lado y lado que dota al espacio de más intimidad.
La vivienda se conforma a partir de la repetición de unas estancias cuadradas, a las cuales se accede siempre desde el centro de uno de los lados. Se genera una sucesión de espacios que, junto al diseño de las carpinterías, el tratamiento de la estructura, la elección de los materiales y los colores, genera una atmósfera que recuerda a una manera clásica de entender la vivienda.
En planta baja encontramos viviendas en el perímetro exterior y otros usos que se abren a las tres plazas: comercio, hostelería, despachos y talleres.
En el diseño de la fachada consideramos el contexto preexistente y cuidadosamente escogimos de este las condiciones que queríamos reivindicar y proteger, en contraste con las condiciones que hemos querido cambiar a través de la arquitectura. Hemos sido capaces de encontrar un lenguaje que pertenece al lugar con otro refrescantemente externo y extraño.
La intervención en los Tupolevs la pensamos desde el principio lo más respetuosa posible. Prestamos especial atención a la distancia que dejábamos entre la nueva intervención y los Tupolevs. Bajo nuestro punto de vista el estado ruinoso en el que se encuentran los Tupolevs debe considerarse como un valor. El acto de “esconder” los Tupolevs bajo una red, invita al espectador a revalorizar el edificio que hay debajo, el espacio y el tiempo en el que existe. Sin perder potencia, el edificio se vuelve frágil donde antes era robusto, ligero donde antes era tosco y pesado.
A los vecinos de los Tupolevs, se les regala una terraza perimetral en toda su vivienda sin alterar lo más mínimo el espacio en el que llevan viviendo algunos desde hace más de 60 años.
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