En la costa mediterránea, concretamente en Croacia, encontramos esta maravillosa casa de campo. se trata de una casa de piedra natural, vista, sin revestimientos ni florituras en su fachada o en sus paramentos interiores. Combinando la piedra con otros materiales rústicos, como la madera, se consigue un ambiente relajado y acogedor, un espacio agradable donde vivir.
Como bien es sabido, las masías y casas antiguas, cuando se construían sus anchos muros de piedra natural no era por casualidad o porqué fuese lo único con lo que se podía construir. En sitios cálidos en verano y fríos en invierno, como la costa del Mediterráneo, un factor muy importante es la inercia térmica. La inercia térmica es la capacidad que tiene la masa de conservar la energía térmica recibida e ir liberándola progresivamente. Debido a esta capacidad, teniendo en cuenta la inercia térmica de los cerramientos de un edificio, puede disminuirse la necesidad de climatización, con la consecuente reducción de consumo energético y de emisiones contaminantes.
La piedra natural, dispuesta en estos grandes muros de unos 30-40 cm de espesor, tiene una gran capacidad para mantener el espacio fresco durante las horas de sol y más calor en el exterior y al mismo tiempo transmitir el calor acumulado lentamente durante las horas de frío nocturno. Se trata de una capacidad excepcional, sobretodo cuando nos encontramos en un ambiente marino, donde las temperaturas y la sensación térmica, baja de forma exponencial del día a la noche.
No hace falta decir que, estéticamente, el juego entre la piedra, la madera, los muebles y las paredes enyesadas y pintadas de un blanco reluciente, son una buena combinación. Sumándole el gusto del diseño interior de la casa con su buen funcionamiento energético, estamos delante de un proyecto muy atractivo que no pasa ni mucho menos desapercibido.
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