Fuente: Revista El Croquis. Número extra, Agosto-Octubre, 1983
Fotografía: Oriol Vañó
Comentario de Antonio Vélez Catrain
“Hubiese deseado que el juicio sobre una obra o proyecto del Estudio Per que me hubiese tocado hacer en estas páginas permitiera, por la documentación aportada, una mayor profundización en los aspectos consctructivos, en el anclaje material del planteamiento formal o incluso en los enfoques estrictamente económicos del proyecto que hubiesen sido trasladados al resultado edificado. No voy a poder hacerlo así y lo lamento puesto que de todos los proyectos y obras que conozco de este equipo, es el que más claramente me ha atraído. No me gusta hacer crítica de un edificio sin haberlo visitado con detenimiento, en este caso solamente he podido echarle un vistazo -suficiente para tranquilizar a mis entusiasmos- que me permita hablar, consciente de estas limitaciones, de un proyecto que aprecio y que considero una contribución significativa a la línea de actuación desde nuestra profesión que defiendo y que escuetamente sintetizaría como la preponderancia del sentido común sobre las preocupaciones del estilo, sobre la necesidad de aparecer en la ciudad y sobre el entronque con las corrientes que en cada momento pululan por la prensa especializada. Es precisamente -a mi juicio- esta ponderancia lo que al final del proceso consigue que en el resultado se manifiesten determinados valores no perseguidos pero sí deseables en cualquier obra de arquitectura como son: la frescura en las formas, la innovación sin desbordamientos catastróficos, el logro de un producto asequible a las mentes y bolsillos del ciudadano de a pie y algo tan codiciado para los arquitectos de hoy y de siempre como es haber sintonizado con el momento que atravesaban los medios tecnológicos a disposición del proyecto y la obra.
Si lo que estuviese juzgando ahora -salvando por supuesto el nivel de profesionalidad- fuese un proyecto de un alumno de la Escuela de Arquitectura en los últimos cursos y se me presentasen las imágenes que recogen los planos que vienen aquí, podría decir que es un proyecto sin complicaciones o que los puntos de conflicto han sido correctamente abordados utilizándolos precisamente para recoger en énfasis formal que pueda permitir la envergadura del proyecto.
Los problemas constructivos están en nuestro caso previamente llevados al mínimo, desde el proyecto, desde el planteamiento inicial. Es una salida siempre eficaz para el desenlace económico de la porpuesta. Es posible el control y el subrayado de aquellos aspectos que pueden a la larga justificar la intervención de un arquitecto en la solución de un programa de edificación cuyo volumen podría sumir un responsable maestro de obras.
Parece ocioso reflejar aquí, precisamente en páginas de una revista especializada, las posibles diferencias entre lo que es una arquitectura que se convierte en consumo sin más, y lo que es contribución desde la arquitectura al concierto entre las formas, los medios técnicos y los usos sociales: lograr un punto más sobre lo que se ha ganado en el proceso de transformación social, aprovechar cualquier resquicio portunamente para ir más allá del simple gesto de entendido y enterado, y contribuir a contener didácticamente la inflación de reverencias en nuestra producción edificada a los productores de metáforas historicistas.
Si la obra que ahora me ocupa no estuviese precisamente ligada a una intención de búsqueda de lenguaje comprensible y compartible por el usuario -que no solamente es el que habita o utiliza el interior de un inmueble- como puede que suceda en alguna obra más reciente y en alguna anterior de estos autores , puede que limitase conscientemente mi valoración abiertamente positiva de la obra. Si es preciso recordar a alguien -siempre hay referencias y las defiendo cuando se someten al filtro del sentido del ridículo- en este caso es a Erskine. A Ralph Erskine creo que los arquitectos de todos los lugares en este tiempo debemos la reflexión a la que nos ha obligado sobre la capacidad expresiva de lo que puede ser considerado improvisación constructiva, tecnología barata, o materiales de «poca clase». Erskine ha sido indudablemente el maestro en esto de habituar a los profesionales a buscar el recurso formal justamente delante de nuestras narices y a hacer de la chapuza tecnológica un argumento formal que recogido desde el proyecto puede ser un elemento de identificación del usuario -aquel usuario al que me he referido antes- con el entorno edificado que la arquitectura le va proporcionando.
Si esta obra mantuviese ataduras con otros arquitectos como Tigerman, Eisennman o Graves, hubiese sido algo más prudente y comedido en rozar los límites del panegírico. Me siento militante en eso de la defensa de alternativas que puedan contener la avalancha de los sucedáneos de los posmodernistas y una obra como ésta que ahora aparece con esta crítica, resultará sin duda contrapuesta a la inmodestia, a la ya crónica simbiosis entre proyecto y propaganda, al despilfarro del presupuesto en las partidas de estuco y escayolas. Hace algún tiempo estaba de acuerdo con que lo importante era publicar las obras simplemente para que el público -en este caso especializado- juzgase con sus propios criterios lo que se le presentaba. Hoy creo que es mucho más fectivo comprometerse en el pie de foto y llevar la mirada y el juicio del lector hasta aquellos puntos que evidencien el compromIso de los autores con corrientes , grupos y estrategias , capaces de encauzar nuestra actuación por derroteros que se deban o no se deban, se quieran o no se quieran , recorrer.
No entiendo bien el que la necesidad de aprovechar el programa de edificabilidad obligue a situar los estudios en la última planta, si no es porque posiblemente se quiera ganar la cota de suelo para las viviendas más amplias en contacto directo con la plaza de aparcamiento. Si con ello se obliga a situar una planta más arriba la entrada de luz a las viviendas en 5 niveles. Si se ha conseguido, como resulta evidénte, un remate de coronación, una solución -basada en la continuidad- de la discontinuidad de los banqueos en las cotas de la edificación y una conexión sin agobio para el tránsito peatonal entre los dos bloques, el precio pagado no es muy alto. Es el momento éste, en la crítica, de no estar conforme con el Equipo Per en la defensa de viviendas de superficie próxima a los 100 metros cuadrados distribuidas en cinco niveles. Las ventajas de los escalones disminuyen con los años de los ocupantes y es muy difícil que 100 metros cuadrados así distribuidos puedan dar lugar en el futuro a una fragmentación de la vivienda que aumente la vida útil de la misma en función de traspasar a otras generaciones las plantas altas. Otra cosa muy distinta diría si se tratase -como podría ser- de viviendas en alquiler. Algunos detalles como un lugar para la Antena de TV, el apoyo de la malla de cerrajería en los estudios, a la privacidad futura de los mismos; el no poderse asomar desde las terrazas superiores ~obre los patios del primer nivel de las viviendas; el rigor geométrico compatible con el perímetro del solar y el llegar con las curvas justo hasta donde puedan provocar desajustes funcionales en las plantas, son elementos, que como decía antes, deben resaltarse en el pie de la foto.
Sin la intención de entroncar estas viviendas con la arquitectura popular, es necesario destacar el esfuerzo realizado -y creo que logrado- por recoger un lenguaje próximo a los recursos constructivos reiterados en el medio español, para depositarlos en un conjunto que tiene tan escaso énfasis en lo formal, que resulta, al final un destacado ejemplo de formas adecuadas para una arquitectura digna de difundirse, precisamente por esto . Si antes he hablado de Erskine, también hay en estos edificios un avance en la vía que ya se recorrió -sin demasiada ambición- en algunos· poblados de Colonización y algunos de cuyos ejemplos han reaparecido recientemente en la exposición de Fernández del Amo, en Madrid . La austeridad en los huecos , la simplicidad del encuentro con el suelo y la cubierta y el manejo del ritmo de elementos como las chimeneas, me han hecho pensar en ello.”
Arquitectos:
Lluís Clotet + Oscar Tusquets
Localización:
Cerdanyola, Barcelona
Colaboradores (estudio de la estructura en hierro):
Jesús Jiménez y Alfonso García, ingenieros.
Proyecto:
1974
Ejecución:
1974-1980
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