En 1950, en Brasil, la vida transcurría de una forma totalmente distinta a la de hoy. En Sao Paulo se levantaban grandes edificios de viviendas, de una altura media de 70 metros y con formas muy ortogonales que marcaban líneas de fuga en la ciudad. Parecía la tónica de la construcción en ese momento.
Años después, muchos de esos edificios siguen acogiendo la vida de familias, aunque otros se han renovado con fines comerciales. El piso que nos trae a este punto se encuentra en uno de estos edificios. Se trata de una reforma intentando conservar el estilo industrial de la edificación, con el hormigón visto de su estructura, viendo los huecos de los casetones del forjado reticular.
El espacio central del apartamento es una sala muy abierta con una ventana corrida con grandes vistas a la ciudad y donde sus muebles se disponen de tal forma que siguen las líneas rectas marcadas por la forma de la estancia.
El comedor se abre a esta sala y queda enmarcado por una franja de hormigón visto que crea un efecto visual muy atractivo que recuerda un poco a una obra de pop art. El comedor se ilumina a través de una celosía de bloque de hormigón que ayuda a filtrar la luz natural.
Los detalles siguen una estética bastante industrial, no siempre cuidados hasta el más mínimo detalle, pero si en armonía con el conjunto del edificio.
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