domingo, 15 de abril de 2018

Antoni de Moragas (2/6) > La casa dels braus. 1959-62

Fuente: Cuadernos de Arquitectura, N.44 (1967), p.15-18 | Antoni de Moragas i Gallissà, Arquitecte, ed. Col·legi d’Arquitectes de Catalunya, Año 1997
Fotografía: Francesc Català-Roca, Oriol Gómez

Estas tres casas, que comprenden en conjunto varios locales de negocio y 178 viviendas, están situadas en Barcelona, en la Gran Via, esquina a la calle de Padilla y están destinadas a ser vendidas por pisos. Fueron proyectadas sin renunciar a la profundidad edificable, pero prescindiendo de la forma irregular del solar para así crear, en lo posible, unidades simétricas. La edificación se ha separado de la contigua Iglesia del Rosario, para evitar que sobre la misma gravitara una pared medianera. Esta separación ha permitido, por otra parte, tener frente a la Iglesia una fachada. También se renunció a edificar en altura el triángulo del chaflán para evitar las distribuciones que resultan en estas esquinas de manzana.

Con la disposición descrita se buscaba, además, nuevas posibilidades a la manzana del ensanche de Barcelona. Las últimas disposiciones en materia de ordenanzas de la edificación permiten más de cuatro viviendas por planta a condición de aumentar el ancho de escaleras y descansillos. En el presente caso y en dos de las tres casas se han construido ocho viviendas.

Los pasillos de acceso a las viviendas son suficientemente anchos (1 ,50 metros) y se situaron las puertas de entrada de las viviendas tan separadas de la escalera y del rellano de ascensores que éste queda amplio e independiente.

La distribución interior de las viviendas es consecuencia de la exagerada profundidad edificable permitida, a la que no se ha podido renunciar debido al precio elevado del terreno. Se ha procurado compensar este defecto, en el presente caso insoslayable, disponiendo que las dos piezas más importantes de la vivienda, el comedor y el dormitorio principal, tengan una amplia comunicación con el exterior.

Se pensó mucho, al redactar el proyecto, donde seria mejor situar la terraza. Si la terraza se sitúa al final del comedor junto a la fachada, durante los meses de invierno se imposibilita la vista directa del exterior. Para ver la calle hay que salir a la terraza. Por otra parte, la entrada y salida de la terraza, resta intimidad a la estancia y priva de aquello tan agradable que es estar sentado junto a la ventana, mirando a fuera. Para evitar este inconveniente, se situó la terraza entre la fachada y el dormitorio principal, situando el acceso a aquélla, lateralmente, desde el comedor, quedando así un ventanal en el mismo, de todo su ancho, junto a la fachada.

Cada vivienda tipo consta de cuatro dormitorios, comedor, cuarto de aseo (con baño-aseo, W.C., lavabo y bidé) de otro W.C. con un lavabo independiente del anterior y cocina en la que se ha instalado un triturador de basuras y una galería con lavadero y tendedero de ropa. Un inconveniente grave de estos tipos de galerías para tender ropa es el producido por el agua al escurrirse las ropas tendidas sobre las de los pisos inferiores. Para evitarlo se ha colocado en cada galería un voladizo de placas de fibra cemento que la protege. La mala orientación del solar obligó a colocar la mitad de las viviendas con frente a la Gran Vía, que es orientación Norte y la otra mitad con frente a patio central de manzana que es orientación Sur. Estas últimas viviendas tienen un soleamiento perfecto. No obstante, los compradores de las viviendas que podían escoger libremente, adquirieron primero las de fachada en Gran Via, todo y ser más caras, antes que las orientadas al sol. Las estadísticas muchas veces, hacen tambalear teorías.

La construcción se ha realizado con un criterio muy concreto; aprovechar hasta el máximo nuestros sistemas constructivos más tradicionales. Consideraron los autores que, en nuestro país la edificación no ha salido todavía de la época artesana. Por lo tanto querer implantar de repente unos métodos sin disponer del complejo industrial adecuado que haga posible su empleo, es tirar el dinero o querer hacer el “snob”.

Las 176 viviendas tienen superficies que oscilan entre los 85 m2 y los 100m2. Se quiso individualizar de algún modo cada vivienda. La proximidad a las casas de la Plaza de Toros sugirió la idea de «ilustrar» la fachada con temas taurinos. Una protección de plástico preserva las fotografías de la influencia de las humedades, polvo, etcétera. Por su situación, ni el agua ni el sol pueden perjudicarlas.

En la primera casa hay un “pot-pourri” de temas taurinos. Las fotos de la segunda casa están dedicadas al toreo de capa, mientras que en la tercera, las fotos relatan una resumida historia de la corrida, desde el “paseíllo” al arrastre. En el vestíbulo de entrada de la primera de las tres casas, unas ampliaciones fotográficas recubren dos paramentos del mismo, una en positivo y la otra en ‘negativo, con temas de los toros de Altamira. Una escultura de Subirachs colocada en un muro del primer rellano, es un esquema de la piel del toro con la nomenclatura que dan los curtidores a sus diversas partes. Así: anca, cuello, punta, crupón, falda, etc., nombres que están grabados en la madera de la obra escultórica.

Dos de los paramentos del vestíbulo de la segunda casa, están recubiertos con ampliaciones fotográficas también en positivo y negativo de gran tamaño, sacadas de diminutos detalles del bordado de la chaquetilla de un picador. Resulta de un efecto suntuoso y barroco. En este mismo vestíbulo se colocará una pintura de Todó, en el lugar que en la otra casa ocupa la escultura de Subirachs, con temas de las mecánicas del toreo, cría del toro y aprovechamiento del mismo, tales como hierros para marcar las divisas, aparatos simulando a un toro para aprender a torear, banderillas, arpones, arponcillos, garrochas, bocados, riendas, estribos, petos, rastrillos de arenero, rejones, picas, estoques, puntillas, cuchillas para despellejar, etc. Intencionadamente toda esta anécdota se ha dejado sobrepuesta a la arquitectura, que se mantiene rígida, estructurada y racional.

Creen los autores que la Arquitectura se basta por si sola, pero para ello es indispensable que tenga cualidades de color y de forma que absorban la vista del que la mira, obligándole a reseguir sus recovecos, a entrar y salir, a adivinar lo no visible que existe detrás de lo que se ve, a dar la vuelta, a presumir, a sugerir, a individualizar, a atraer y a acoger, a abrigar e intimar, en una palabra : a hacer convivir el espectador con la obra arquitectónica. Debe evitarse, como ocurre con estas jaulitas de cristal, “the bird cages”, que la vista rebote, como pelota en un frontón, a no ser que se detenga a contar de cuantos cuadraditos está compuesta la jaulita. 


 



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