Fuente: Charles Moore por Gerald Allen, Editorial Gustavo Gili, S.A. Barcelona 1981. Páginas 30-37. ISBN: 84-252-1081-X
La necesidad de sorprender y ser diferente, la necesidad de crear a pequeña escala recuerdos de arquitectura monumental y la necesidad de formar parte de un proyecto de un conjunto más grande son factores que están presentes en el primer trabajo de Charles Moore. Y todos se aúnan claramente en el famoso condominio de Sea Ranch, cuya realización señaló el comienzo de la primera fase importante de su carrera como arquitecto.
Además, el condominio apareció en un momento en que parece que había quien quería ver su arquitectura convertida en realidad. Por lo tanto, este edificio se convirtió en el de mayor influencia de su década; fue publicado, estudiado, discutido, fotografiado, visitado y copiado. Contribuyó a cambiar la faz de la arquitectura en Norteamérica.
Las sorpresas que inevitablemente mostraba el condominio de Sea Ranch provenían del hecho de que ignoraba abiertamente muchos de los trabajos de la arquitectura de aquel momento del siglo xx. Una excepción significativa la constituía el finlandés Alvar Aalto, a su vez un marginado en los círculos de arquitectura modernista. Su ayuntamiento de Saynatsaalo fue el antecedente más claro del condominio de Sea Ranch.
El resultado, sin embargo, es californiano y recuerda viejos cobertizos y estructuras industriales del país. Su aspecto, además, es amplio, construido con una técnica que había sido tradicional en la realización de proyectos de casas hasta el nacimiento del Movimiento Moderno; la unión de cuerpos individuales de manera que pierdan su propia identidad, con el fin de crear un conjunto arquitectónico más amplio. Richard Morris Hunt dijo una vez, a propósito de su Casa Biltmore, en Blue Ridge, que «la casa representa en pequeña escala las montañas». En cuanto al Condominio, de Sea Ranch es en escala la sombría costa norte.
La realización de los proyectos tiene doble motivación. Ningún edificio de Sea Ranch, de los cuales éste fue de los primeros, debería despreciar el espléndido y desolado paisaje; no sólo esto, sino que este paisaje iba a ser aprovechado. Lo que se requería era un esfuerzo para captar el entorno natural y, al mismo tiempo, establecer una serie de bases para construir allí otros edificios. El intento no llegó a ser un éxito completo y esto debería ser una enseñanza para cualquier arquitecto que quiera influir en el entorno con su trabajo.
Al final, «estos vientos que difundieron el “idioma del Sea Ranch”, por el extranjero y lo hicieron famoso -ha dicho Charles Moore-, difundieron también versiones descuidadas de chalets suizos y casas con desniveles por esta espléndida costa melancólica». «Pero no acertamos -añade-. Buscábamos un modelo de edificio acorde con el vasto paisaje que requería una categoría superior a la de muchas otras casas y una atención a los detalles, mayor que la que podían tener la mayor parte de la gente que trabajaba en algún lugar.»
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