domingo, 2 de diciembre de 2018

Lluis Clotet, Oscar Tusquets > Mozart-Fortuny, Sant Cugat del Vallès, 1971

Fuente: R.S.L. (Ed). (2010). Lluis Clotet, Premio Nacional de Arquitectura 2010 . M. de Fomento (España)
Fotografía actual: Oriol Vañó

Ni la dimensión escasa de la parcela, ni su excesiva pendiente, ni su geometría en planta, ni el número de apartamentos que se podían y por tanto se debían construir permitieron encontrar el más mínimo resquicio por donde mejorar la implantación volumétrica que el redactor de las ordenanzas había decidido. El proyecto solo encontró la libertad de pintarlo todo de un verde camuflaje para procurar que todo aquello pasara lo más desapercibido posible en medio de aquel paisaje en el que aparecían discretas y entrañables torres de veraneo de mediados del siglo pasado.

El esfuerzo se concentró en la organización interior. Se decidió que cada apartamento, aunque solo tuviera 90 m2, se desarrollara en vertical para que todos pudieran disfrutar del contacto directo con el jardín. Eran viviendas de una sola pared, un sistema constructivo elemental que la obra intentó explicar claramente, que se organizaron a partir de un hueco central, cubierto e iluminado cenitalmente. En un lateral estaba situada la escalera que en sus rellanos daba acceso a una serie de estancias, todas de la misma dimensión y separadas del vacío mediante unas puertas plegables. Las luces y las ventilaciones cruzadas, el juego de las múltiples compartimentaciones posibles y los huecos de fachada que no querían favorecer usos predeterminados dieron una gran libertad a aquellos pequeños interiores. Los usuarios respondieron con una enorme imaginación a lo que el edificio les ofrecía y las maneras distintas e imprevistas de como se vivieron aquellos doce apartamentos iguales hubieran merecido un estudio documentado.

Unos años después de inaugurados y en un solar colindante se construyeron unas dependencias auxiliares y una piscina comunitaria. Una pared se convirtió en el elemento que organizó la ampliación al separar radicalmente el mundo de los trasteros tratados a la manera de los apartamentos vecinos, del mundo brillante y luminoso de los azulejos y del agua.  De la serie ordenada de puertas que daban a la piscina, una daba acceso a los vestuarios, otras eran falsas, otra era un espejo que simulaba un hueco y una última comunicaba otra vez al exterior, a un patio de uno de los apartamentos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



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