| Alba Azuara
| 2016 | PFC | ETSAB
| Profesor: Alfred LinaresLa demolición del antiguo hospital Quirón en el barrio de la Salut, provoca la aparición de un gran vacío en el denso tejido tanto a nivel físico como a nivel social.
La propuesta pretende llenar el vacío existente, con un edificio integrado en la trama, permitiendo cruzar la parcela como lo hacen los numerosos pasajes y calles peatonales que recorren el barrio.
Por otra parte, a nivel social, la población envejece, surgen cambios de los modelos familiares y factores económicos han situado un amplio sector de personas mayores en condiciones de fragilidad social e incluso precariedad. Dar respuesta a una demanda cada vez más generalizada está convirtiéndose en una preocupación a nivel de ciudad. Actualmente encontramos un espesor considerable de residencias para personas mayores y por el contrario, una ausencia de centros de día y otras alternativas más dignas y asequibles. Hablamos de una alternativa dotacional para personas mayores con autonomía propia y adecuada a su situación económica y personal.
El proyecto se clarifica a través de una división de la parcela que dará pie a unos muros verticales, adaptados a las medianeras existentes, que formarán el esqueleto del edificio. Irán cogiendo forma a través de la incorporación de unas cajas en el espacio, que alojarán el programa más concreto. Así pues, se genera a través del negativo de éstas, un vacío lleno de potencial, enfocado más a la interrelación entre espacios y personas. El conjunto se unificará a través de una piel logrando así diversas exigencias, crear un solo universo a descubrir.
El elemento del muro desarrollará la función estructural y de la orden. La implantación de los muros genera la organización básica del edificio incluyendo los núcleos verticales. Es la parte estática y rígida, su esqueleto de hormigón.
Del muro nace el cubo. En este elemento vertical y permanente se colocarán unos cerramientos perpendiculares ligeros, unos paramentos de madera que otorgan un carácter flexible al proyecto. Entre el muro y el paramento se consiguen unos espacios más privados, dedicados a la vivienda y la vida más íntima. A la vez, a través de la generación de las cajas, se confecciona un juego de llenos y vacíos que crean espacios de diferente calidez y un juego de relaciones visuales y arquitectónicas. El vacío arquitectónico generado tiene el valor de la descompresión, de la calle dentro del edificio. De la caja y el vacío nace la dualidad. Un contrapunto presente en diversos aspectos del proyecto. Esta dualidad queda unificada para la piel, una celosía cerámica que abarca las dos fachadas y su entorno, otorgándole una continuidad buscada desde un inicio. Esta se ve reflejada en el ritmo y respetando las alineaciones. Así pues, es el elemento encargado de generar el carácter oculto del interior.
El programa más focalizado lo encontramos en los cubos, que en este caso, cierran el perímetro. En el zócalo se aloja el programa del centro de día como talleres, salas de juegos y de conferencia y comedor los que tienen la oportunidad de asomarse al gran espacio central polivalente.
El vacío se convierte en un espacio de potencial, una calle interior de altura libre de 6 plantas como contrapartida a la experiencia dentro de las cajas. Es un espacio de relación, desde la planta baja el usuario entra en contacto con la actividad desarrollada en vertical en el edificio. Se propone un tratamiento diferenciado en este espacio a diferentes niveles; uno a resaltar sería el lumínico. Encontramos un gran lucernario recorriendo este vacío central el que inspira e incentiva actividades diversas como serían baile, teatro, cine, talleres abiertos, exposiciones … aquí sus dimensiones. El usuario tiene la oportunidad de disfrutar de la vida comunitaria a la descompresión del mismo.
Las plantas superiores, se dedican a vivienda, así pues no hablaremos de una planta tipo, ya que la naturaleza del proyecto se aleja de la idea de la repetición. El desplazamiento horizontal de las cajas en una planta respeto la siguiente, genera los dobles espacios interconectados espacialmente, las relaciones visuales y la calle dentro del edificio. La dualidad entre el vacío y el lleno se expresa a través de este y los espacios de relación y comunidad, muchos de ellos descomprimidos en altura.
La cubierta culmina el recorrido vertical por el edificio. Es aquí como volvemos a la vida más comunitaria y nos alejamos de la intimidad y privacidad de la vivienda. La cubierta, lejos de ser un residuo, un elemento participativo a la actividad del centro aportando puntos de horticultura y otros donde se pueden llevar a cabo actividades como almuerzos colectivos o fiestas al aire libre. La celosía es un envoltorio que permite graduar y tamizar la luz que entra en el interior. Le añade un valor controlado arquitectónico convirtiéndola en un elemento tratado y moldeado. El “patchwork” de diferentes piezas cerámicas, de apariencia aleatoria, esconde un orden. Responde al interior del edificio otorgando a cada estancia una calidad lumínica diferente. La piel, también responde a la orientación, en este caso norte o sur. En la fachada sur encontramos que estos espacios de interrelación quedan cubiertos, como mencionado anteriormente, de una pieza más transparente; por contrapartida, estos mismos espacios a norte no se cubren por celosía si no por unas carpinterías completamente transparentes. Es así como se capta el máximo de luz posible a norte. La diferencia entre las dos fachadas no sólo se centra en la diferencia del cubrimiento de este espacios a doble altura, si no que el porcentaje de aberturas también juega un papel importante. La fachada norte contiene un porcentaje mucho más elevado que la fachada sur, por la misma razón citada antes.
Esta entrada aparece primero en HIC Arquitectura http://hicarquitectura.com/2020/08/alba-azuara-centro-de-dia-y-viviendas-para-mayores-en-la-salut/
No hay comentarios:
Publicar un comentario