jueves, 18 de febrero de 2021

Julia Andrés + Borja de Arquer > Viviendas en Tres Turons

 

| Júlia Andrés + Borja de Arquer
| 2020 | 3er curso | ETSAB
| Profesor: Jordi Badia

 

Tres Turons es uno de los puntos montañosos con más potencial de Barcelona, la alargación de la sierra de Collserola la cual actúa de pulmón verde de la ciudad y recoge la mayor parte de la diversidad de la zona. Este gran parque acerca a los habitantes de la ciudad a la naturaleza de la que tanto carece el ritmo frenético de las metrópolis. En este caso el ámbito del proyecto se sitúa en el carrer Font d’en Fargues, calle que lleva desde el Paseo de Maragall  hasta la fuente que le da nombre.

El proyecto surge del comentario de uno de los vecinos del barrio que al enterarse de que estábamos planteando un proyecto en el solar nos contó que ya le gustaba la parcela tal y como estaba. La idea de que alguien prefiriese este lugar abandonado en lugar de un edificio que lo ocupe nos hizo pensar sobre cómo podíamos intervenir en este sitio tan verde y tan relacionado con la montaña manteniendo la esencia del emplazamiento. Es ahí donde nos damos cuenta del valor del lugar y su influencia a la hora de hacer arquitectura. Analizamos el emplazamiento e interpretamos el lugar como un diálogo entre tres realidades: La montaña, las antiguas masías y la Font d’en Fargues. Decidimos pues que nuestro proyecto tenía que ser el punto medio entre la intervención del hombre y la naturaleza, reproduciendo esta parcela abandonada que al vecino tanto agrada.

Partimos de la idea de hacer un edificio invisible, que se retrasa del frente urbano formando un gran jardín aprovechando el desnivel para fusionar montaña, naturaleza y entorno.

Dibujamos una curva que cierra la manzana abrazando la parcela vacía y a través de esta formalizamos un aterrazamiento que dialoga con el lugar y se presenta como una mejora para el barrio.

El proyecto busca un punto intermedio entre los beneficios de la vivienda unifamiliar, con accesos individuales a cada vivienda y jardines independientes; y los de un bloque de viviendas, con accesibilidad total, núcleo de comunicaciones y fachada conjunta.

Las viviendas comparten fachada pero se individualizan bajo tierra formando prácticamente una vivienda aislada, algunas con escaleras que perforan la tierra generando la posibilidad de viviendas de dos plantas.

Desde el punto de vista climático el objetivo era lograr el confort de sus habitantes al mínimo coste posible. En verano la inercia térmica reduce la temperatura interior, las corrientes de ventilación reciclan el aire y el alero y la persiana climática impiden el impacto directo de la radiación solar. En invierno la inercia regula la temperatura interior ofreciendo confort térmico. Además la cubierta verde retiene el agua de lluvia, purifica el aire, reduce y regula la temperatura ambiente, ahorra energía y promueve la biodiversidad en la ciudad.

A nivel urbano decidimos compartir la cubierta del edificio en condición de mirador. Los vecinos del barrio podrán disfrutar de las vistas en un espacio natural y estrechar lazos con los habitantes de la nueva comunidad. Ademas proponemos un paseo con preferencia peatonal desde nuestras viviendas hacia la montaña para ampliar los límites del colegio.

Muchas veces se habla de las dos capas que componen la arquitectura: la infraestructura y el programa. Pero a través del desarrollo de este proyecto hemos valorado la posible existencia de una tercera: la fusión entre esta infraestructura con la naturaleza del lugar. Creemos que la arquitectura tiene el potencial de unir lo esencialmente existente con la obra nueva de tal forma que pasen a ser un único elemento a través del tiempo.

 

 



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