Emiliano López & Mónica Rivera
Emiliano López y Mónica Rivera nos abren las puertas de su estudio en Barcelona para enseñarnos los últimos proyectos que han construido y contarnos cuál es su filosofía de trabajo con la que han desarrollado una larga trayectoria en el ámbito docente y profesional de la arquitectura.
Vuestra trayectoria profesional en concursos públicos y encargos privados os caracteriza por una dedicación plena al conjunto del proceso arquitectónico. Trabajáis desde la elaboración del concepto con dibujos y maquetas hasta la ejecución en obra. ¿Cómo ha evolucionado vuestra práctica en los últimos años?
No sé si ha evolucionado mucho nuestra práctica. Como despacho no hemos crecido de forma voluntaria para poder seguir dedicando el tiempo necesario a cada proyecto. En nuestro caso la prioridad ha sido combinar la práctica con la docencia, primero en España y actualmente en Estados Unidos con una especial dedicación por parte de Mónica al ser nombrada recientemente Catedrática de Arquitectura en Washington University en St. Louis. En este sentido, trabajar a distancia sí que nos ha obligado a incorporar nuevos entornos virtuales que nos permitiesen seguir desarrollando los proyectos de la misma manera.
Paralelamente, la estructura del despacho ha evolucionado hacia una mayor flexibilidad en la relación con nuestros colaboradores. Normalmente tenemos arquitectos jóvenes que nos ayudan a desarrollar la parte inicial del proyecto y, los que ya tienen mayor experiencia, se incorporan para seguir su desarrollo en obra. Esta posibilidad de poder crecer en los momentos precisos nos permite seguir muy atentos la definición constructiva y material durante todo el proceso.
La correcta ejecución y durabilidad de los proyectos está en esta capacidad de entender el proyecto como conjunto. De igual forma, el confort, las cualidades lumínicas y espaciales tienen que ir ligadas al encaje del programa y la relación coherente entre todas sus partes. Por esto es necesario que los proyectos se compartan continuamente y vayan de mano en mano, desde el inicio hasta el final. Esta es la base de nuestra arquitectura.
Las claves de vuestra arquitectura parten del emplazamiento con el uso de materiales y técnicas constructivas provenientes de cada lugar, sean estas tradicionales o prefabricados industriales. ¿Cuáles son vuestros intereses durante el proceso de ensamblaje de los diferentes elementos que construyen cada contexto en el que trabajar?
La primera casa que realizamos, en Port de la Selva, la proyectamos para que cualquier constructora local la pudiese construir y empleamos técnicas constructivas básicas para que los albañiles las ejecutasen fácilmente. Otro caso muy distinto es el de nuestro último proyecto en Arteaga seleccionado en la última edición de los premios FAD: una Passive House pensada a partir de la disponibilidad, conocimiento y capacidad técnica de Egoin. Lo más interesante de trabajar con la industria especializada es aprender su logística y desarrollar soluciones específicas para mejorar su encaje con el diseño de proyecto. El caso de las dos casas de corcho termina siendo un punto intermedio entre ambas soluciones con una base de hormigón ejecutable por un constructor local, pero una estructura de madera que se tenía que prefabricar y ensamblar en obra.
Aquí es donde subyace el papel del arquitecto como mediador entre los diferentes industriales. Tener un control total del proyecto, a base de dibujarlo mucho, es necesario para poder modificarlo y gestionarlo con flexibilidad. Uno tiene que estar tranquilo y focalizar sus esfuerzos en los momentos necesarios sin tener muchas preconcepciones de antemano.
La investigación también forma parte de vuestro trabajo como arquitectos. Vuestra última publicación Josep Lluís Sert y lo superfluo profundiza sobre los aspectos domésticos, sociales y culturales en torno la residencia de estudiantes de Harvard del mismo arquitecto. ¿Cuáles son los cambios más significativos que encontráis acerca de lo doméstico y como lo aplicáis?
Este libro se basa en la tesis doctoral que desarrollé después de realizar el máster en Harvard y se centra en el análisis del programa y contexto en el que se construyeron las viviendas para estudiantes casados diseñadas por Josep Lluís Sert en 1961. El proyecto presenta grandes similitudes con lo que las ciudades europeas están haciendo actualmente con las viviendas para jóvenes. Por un lado, facilitaban el acceso a la universidad para estudiantes con familias y, por otro lado, las equipaban con todos los servicios necesarios (lavandería, guardería, tiendas de víveres…) para poder desarrollar su vida en comunidad.
Además, la articulación en planta entre las diferentes piezas del conjunto y el gran edificio del garaje en superficie (con una posición relativa similar a la de una iglesia medieval europea) generaba una gran plaza central de encuentro, así como diversas situaciones espaciales que propiciaban una mayor interacción entre los vecinos. Esta voluntad comunal es la que hemos intentado trasladar a nuestros proyectos de vivienda social. Recientemente, en el proyecto del IBAVI, hemos podido incorporar unos espacios colectivos con un programa indefinido para que puedan ser usados de forma distinta según las necesidades de la comunidad.
El papel del arquitecto también tiene que aparecer en la gestión y mantenimiento de estos edificios, para garantizar y coordinar esta nueva dimensión comunal. Hay que cambiar la concepción de propiedad de la vivienda para que deje de ser un bien de cambio y se ponga el esfuerzo en volver a generar espacios para ser vividos y disfrutados.
La sostenibilidad y la consciencia ecológica son los temas más subyacentes en la arquitectura y el urbanismo de las últimas décadas. En vuestra página web se detallan las emisiones de Co2 y el coste energético de cada proyecto. ¿Cómo aplicáis esta exigencia energética y constructiva durante el proceso proyectual?
Siempre hemos tenido en cuenta la sostenibilidad en nuestros proyectos, no como una obligación sino como una forma de priorizar el bien estar. En la casa en Arteaga, fue la voluntad del cliente poder certificar el proyecto con el sello Passive House de modo que tuvimos que incorporar todas las exigencias técnicas durante su diseño y construcción. Aun así, no queríamos prescindir del confort de los espacios de transición entre el interior y exterior de modo que tuvimos que afinar mucho el cálculo para poder mantener algún elemento practicable que permitiera la apertura total de la casa en el buen tiempo.
Las dos casas de corcho seguían otros principios energéticos, en este caso de máxima ventilación natural ya que son casas de uso principalmente en primavera, verano y otoño. Aprovechamos la sombra que les producían los altos pinos existentes y trabajamos con unas ventanas americanas que nos permitían ajustar el grado de ventilación para permitir una ventilación constante. Este tipo de decisiones tienen mucho que ver con conseguir un bienestar sin tener que depender de los últimos avances tecnológicos. Lo que intentamos explicar en nuestra docencia son estos principios de la arquitectura tradicional en la que sus soluciones siempre tenían la pasividad como estrategia primera.
Esta exigencia constructiva también se ejemplifica con la elección de los elementos industriales que usáis en muchos de vuestros interiores. ¿Cuáles creéis que son las cualidades que aportan diseños como los mecanismos berker, Serie 1930, de Hager?
Cuando hacemos un proyecto intentamos que el encargo vaya desde el jardín hasta los últimos detalles para que todo tenga coherencia. Por esto nos interesan estos mecanismos ya que representan la atemporalidad icónica del diseño industrial de principios del siglo XX.
Este diseño específicamente se encuentra en un punto intermedio entre lo clásico y moderno. Estos puntos redondos (normalmente negros) aparecen como elementos de referencia visual para los interiores. Su versatilidad al poder ser colocados en superficie o empotrados nos ha llevado a plantearlos en casi todos nuestros proyectos.
En la publicación Umbrales Domésticos presentáis una serie de fotografías sacadas con el móvil para explicar los tipos de lugares encontrados que os interesan que sirven como referencia constante en vuestro trabajo. En el momento actual en el que estamos sobresaturados con el consumo de imágenes, ¿cuál es vuestra relación con la fotografía y cómo la usáis en vuestra práctica profesional?
Antes éramos mucho más conscientes de las fotografías que hacíamos. La facilidad de la fotografía digital y su desmesurada cantidad nos ha desbordado la tarea de clasificar y ordenar las imágenes que realizamos. En este sentido, en el curso de vivienda colectiva que coordino en St. Louis intento que los estudiantes trabajen el primer ejercicio a través de la fotografía de una maqueta a escala 1/20; el encargo consistente en construir un umbral de transición entre espacios. Trabajar con la producción física del espacio ayuda a comprender el proceso de construcción de una atmósfera real y aprender a mirar y a seleccionar una única imagen que sintetice todo lo observado.
Nuestra responsabilidad como docentes es saber transmitir a los estudiantes la necesidad de búsqueda y desarrollo de su propio ejercicio con entusiasmo, pasión y conocimiento sin necesidad de basarse en imágenes externas o referencias impostadas. A diferencia de la actual cultura visual en el que cualquier imagen vale por sí misma y fuera de contexto, seguimos insistiendo a los estudiantes que profundicen en los libros donde siempre encontramos una curaduría, un orden, una tesis. Cuando fotografiamos nuestros proyectos operamos de la misma forma e intentamos transmitir esa intimidad de los espacios que hemos imaginado. Son sesiones fotográficas largas y planeadas previamente para poder captar esa riqueza interior.
Habéis hablado en algunas de vuestras entrevistas por vuestro interés por arquitectos como Stephen Bates, Caruso St. John o, vuestros coetáneos locales, Harquitectes. Dentro del panorama actual arquitectónico, ¿cuáles son los estudios o arquitecturas que os sugieren mayor interés?
Hay muchos referentes. Nos interesan los arquitectos que nos sorprenden en cada proyecto y saben descubrir algo nuevo que redefine su práctica. La colaboración es motor necesario para mejorar y avanzar conjuntamente.
En este sentido, para nosotros la universidad es un gran catalizador para establecer redes y conexiones entre los arquitectos que nos interesan y profundizar en temas compartidos. Esto nos ha dado la oportunidad de conocer y establecer amistad con muchos de los arquitectos que admiramos y darnos cuenta de que los más inteligentes y capaces son siempre los más generosos.
HIC Stories es una sección de entrevistas a arquitectos y diseñadores, hecha en colaboración con Slowkind, publicadas en HIC Arquitectura y apoyada por marcas del sector.
Producción, fotografía & video: Slowkind
Entrevista: Arnau Pascual
Patrocinado por: Hager
López Rivera Arquitectos – HIC Stories from Slowkind on Vimeo.
Esta entrada aparece primero en HIC Arquitectura http://hicarquitectura.com/2022/07/lopez-rivera-hicstories-with-slowkind/
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