Fuente: Lagula
Fotografía: Adrià Goula
El proyecto se inserta cuidadosamente en la trama urbana del barrio antiguo de Tudela; casi un palimpsesto significado por la herencia judía, musulmana y cristiana. El tejido urbano se define por la condición masiva derivada de su trazado medieval. Sus calles, tortuosas, largas y estrechas, se caracterizan por los desconchados muros revocados y las galerías de madera.
El objetivo del proyecto es injertarse en esa preexistencia física y cultural.
La casa se desarrolla como espacio intermedio entre dos fachadas totalmente diferentes. Una fachada exterior, definida como elemento relacional con el espacio público. Consciente, por tanto, de su relación con el entorno físico vecino. Cuidadosa, por tanto, de su condición pública. Solida, estable, rigurosa, y simultáneamente, buscando mediante pequeños gestos su adaptación al uso cotidiano. Algunos de ellos apenas guiños al futuro usuario, como la pequeña deformación de las barandillas para albergar tiestos.
Por contra, la fachada del patio, y podríamos incluir la cubierta en esta categoría, se aprovecha de la condición informal de los espacios traseros. Busca reflejar el dinamismo de la vida cotidiana. Su geometría se adapta a las necesidades interiores, entremezclándose con la escalera, desarrollada a su alrededor. Sus rellanos, estanciales, se viven como espacios de juego, de lectura o incluso de trabajo, con vistas al árbol que crece en el patio. Como la madera, su crecimiento vive arraigado a la vida.
La estructura del edificio refleja estos dos momentos del proyecto. Es por tanto, estricta en la fachada exterior y adaptada en el patio. El uso de los materiales busca ser directo, expresivo, sincero. El uso de terrazo blanco en pavimentos, zócalos y remates, los muros enyesados, los planos simples de madera, en ocasiones puertas y los techos de hormigón de encofrado bruto definen los espacios interiores. El patio se concibe como elemento relacional y regulador energético.
Exteriormente quiere ser discreta y coqueta, se deja seducir por San Jorge, la Catedral y los desconchados adarves. Interiormente vive de la magia y el misterio que surge al atrapar a un arce en su interior, se retira y se retuerce. Se desmelena y baila, como lo hacemos en casa cuando estamos solos escuchando esa canción y chupando la cuchara de un sofrito.
Arquitectos: Lagula arquitectes y Studio Ahedo.
Aparejador: Leticia Montes
Instalaciones: Oriol Ruíz
Constructor: Construcciones Cervera y Monreal. Rafael Cervera
Fotografía: Adrià Goula
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