Fuente: extrastudio
Fotografía: Fernando Guerra
La Casa Vermelha nace de la transformación de una construcción existente, una bodega perteneciente a los abuelos de los propietarios en Azeitão, al sur de Lisboa. La parcela define un pequeño oasis, con un huerto de naranjos, retranqueado en relación a la calle principal del pueblo al que se acede a través de un pequeño callejón. Conservar este huerto condicionó todo el proyecto. Mantener los árboles presuponía mantener la construcción y el volumen existente, adaptando solamente el nuevo uso, mediante un trabajo de rehabilitación y transformación, aceptando que las dos fachadas que limitaban con las propiedades de los vecinos eran ciegas.
Al edificio existente se le realizan dos operaciones. Se rasga en toda su longitud la fachada de poniente, enfrentada al huerto, transformando así el interior y el exterior en un único elemento. Por otro lado, se crea un patio interior que permite la entrada de luz en las áreas más oscuras de la casa. Asumiendo el volumen existente como límite, los espacios públicos se concentran en la planta baja, ocupándola totalmente. Mientras que los privados se desarrollan en las zonas de planta superior unidos a las fachadas, generando una secuencia de vacíos que se distribuyen sobre los usos especiales de la planta principal, creando dobles y triples alturas, con una escala inaudita, que recuerda el anterior uso agrícola.
Mantener las paredes existentes nos obligó a enfrentarnos a un universo constructivo mediterráneo primario, anterior a la industrialización. Durante la obra todos los materiales encontrados fueron preservados. Las tejas fueron reutilizadas, las piedras fueron transformadas en alféizares, la estructura de madera de la cubierta se transformó en pavimento exterior. Para compatibilizar morteros se utilizó un revoco de cal-área pigmentada, realizado por un artesano local que trabaja con este tipo de materiales, recurriendo a técnicas milenarias, juntando cal pura con puzolanas. En contacto con el aire se va petrificando lentamente, transformándose en piedra.Para revalorizar este material se le añadió un pigmento rojo natural que permite a la construcción envejecer gradualmente así como cambiar de tonalidad sin necesidad de ser pintado.
A lo largo de los meses y los días el color de la casa se transforma en función de la humedad del aire, de más clara o más oscura, asumiendo un tono casi negro cuando llueve. Para acentuar el carácter meridional de la casa se introdujo en el jardín un espejo de agua que refleja el cielo, una piscina negra levantada del suelo. No siendo posible distinguir sus límites ni aristas, nadar, aquí es un acto trascendental, el cuerpo sobre el agua flota en un vacío absoluto. En Mayo, cuando el perfume de las naranjas florece por la noche el aroma te embriaga.
Localización:
Vendas de Azeitão, Portugal
Uso:
Vivienda unifamiliar, 360m2
Presupuesto:
220.000€
Año:
2011-2016
Arquitectura:
João Caldeira Ferrão, João Costa Ribeiro, Madalena Atouguia, Daniela Freire, Maria João Oliveira, Sónia Oliveira, Tiago Pinhal, Rita Rodrigues
Consultores:
PRPC Engenheiros (estructuras, agua y saneamiento, acondicionamiento térmico y acústico), Mário Andrade (instalaciones eléctricas y telecomunicaciones), Gonçalo de Meirelles (gas)
Paisajismo:
Oficina dos Jardins
Construcción:
Sequeira e Serra
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