Source: a+t architecture publishers, Ignazio Gardella e il professionismo italiano. Alberto Samonà. Officina Edizioni, Roma, 1981.
Texto: GARDELLA. DPA 25 , Edicions UPC, Barcelona, 2009.
Casa per impiegati della Borsalino, Alessandria, 1952
Gardella parte del rechazo de los bloques racionalistas, aquellos bloques del área “Milano Verde”, proyectada durante la guerra por Pagano y otros, que nunca había llegado a aceptar completamente por ser, a su juicio, “demasiado esquemático”, y parte en busca de una forma más expresiva, con la voluntad de comprender hasta el fondo qué es un edificio residencial. Ésta es la primera vez en que Gardella se manifi esta en contra de la pobreza del llamado bloque racionalista, tenido hasta entonces como un modelo de racionalidad. Pero la racionalidad que interesa a Gardella es otra, va más allá de la simple geometría y se
plantea el problema de representar qué es lo que se construye cuando se construye una casa.
Se trata de un edifi cio grande: dos escaleras con dos viviendas por rellano, ocho pisos de altura, treinta y dos viviendas en total que, al inicio del proyecto, quedaban englobadas en un paralelepípedo. Como un escultor, Gardella parte del bloque geométrico e inicia su excavación. Pero el escultor persigue una idea que permanece misteriosa hasta el fi nal del trabajo, mientras que Gardella construye la obra paso a paso. Parte de la elección del tema del proyecto y de su racionalidad, hasta llegar a descubrir su cualidad esencial, hasta conseguir poner en escena aquella nobleza del carácter que de repente se nos revela cuando llegamos al sitio. Las viviendas a las que sirve cada escalera se identifi can y muestran su individualidad mediante un simple pliegue, una ligera desalineación de las fachadas que las hace reconocibles. Esto es fruto de una elaboración en planta como se ve en los croquis preparatorios. Partiendo de una sola alineación se producen sucesivas rotaciones que permiten distinguir las diversas viviendas. Dibujos hechos pensando probablemente en Aalto (a quien había visitado hacia poco en Finlandia) y en sus plantas que buscan adherirse a la vida para la que están pensadas.
La relación con el lugar (éste es, tal vez, el verdadero núcleo de la idea de casa en Gardella) sugiere también la forma de los elementos de la construcción. Las ventanas verticales del edificio Borsalino nacen precisamente de la relación con el lugar. Dice Gardella: “Las ventanas son a toda altura, de suelo a techo, con persianas correderas al exterior. Estas ventanas me gustan porque, aunque uno esté sentado, puede ver la calle y el jardín” (Idem. p. 52). Es difícil encontrar una explicación más simple para entender la forma de una ventana, su papel en la composición. Se trata de una declaración que manifi esta el placer de estar en un lugar, de estar en la propia casa.
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