miércoles, 7 de septiembre de 2016

Arcadi Pla + Núria Pla > Reforma a Sant Martí de Solamal

Fuente: www.arcadipla.cat + www.nuriaplastudio.com
Fotografía: Aleix Bagué

La arquitectura debe tener potencialidades híbridas; en el presente momento histórico lleno de revisiones y recapacitaciones, se hace más necesario que nunca pensar en proponer para los edificios la capacidad de evolución, adición y crecimiento tan natural y propio del pasado. En contra de arquitecturas cerradas en sí mismas, que no aceptan la evolución sociológica de costumbres y necesidades de los usuarios ni la adaptación a las nuevas necesidades y costes energéticos, pensamos en la arquitectura como proceso complejo de acumulación de sistemas y tipos. En este sentido, afrontamos la restauración de la rectoría de la Capilla románica de Sant Martí de Solamal en el Valle de Bianya, en la comarca gerundense de La Garrotxa, más como una suma de épocas y tipos, antiguos y modernos, que como una vivienda unitaria y cerrada en su uso.

En las construcciones rurales y masías tradicionales, era habitual la construcción de cuerpos añadidos para ampliar las instalaciones, cada una de ellos ejecutado con los medios y tecnologías constructivas que correspondían a cada época; en ese sentido es importante remarcar la idea de que solo se interviene en lo construido a partir de lo contemporáneo.

La ermita de Sant Martí de Solamal se entiende con las diversas transformaciones que ha recibido, desde el siglo X, siendo una capilla de una sola nave hasta el siglo XII, su ampliación con dos naves laterales en el XVI y , finalmente, con la adición de la sacristía (XVIII) y la rectoria (XIX). De esta manera, no es una única edificación, es un conjunto de varias edificaciones que se enriquece con los elementos de la explotación agraria como el pajar cubierto o las zonas de trabajo.

El proyecto de restauración, debido a esos valores acumulados por la historia del lugar, no se plantea como una reforma sino como un plan global de restitución de la historia del lugar y su adaptación a las nuevas necesidades de este momento. Para cada actuación se delimita la estrategia constructiva y compositiva, aportando un conjunto que no renuncia a la modernidad en los cuerpos de nueva planta pero respeta la idiosincrasia de cada elemento en particular.

Renuncia pues a la construcción integrada y compacta, proponiendo una edificación dispersa de las diferentes partes, empezando por la más importante y significativa, que no es otra que la de despegarse de la construcción más genuina, la Iglesia, proponiendo una nueva relación de dialogo con soluciones diversas adaptadas a las necesidades y tipos de restauración o de nueva construcción para cada caso. Lo dicho, una propuesta híbrida en las formas, en las estrategias de cada caso, en los sistemas constructivos que califican cada época.

Con esta voluntad, la propuesta se basó en la eliminación de todos los cuerpos adosados a la capilla, recuperando el volumen original, dejándola respirar y poniéndola en valor. De esta manera se formalizaba una brecha entre la rectoría y la misma iglesia. A partir de aquí, el proyecto dirigió la reforma del cuerpo de la rectoría para albergar un porche de acceso, las habitaciones principales, la cocina y una salita, y se añadió un nuevo volumen de cubierta inclinada que cerraba el espacio principal de jardín y hacía lugar a la sala de estar. Esta nueva ampliación se abría estratégicamente para focalizar las vistas del entorno. El espacio de transición, el comedor, se llevó a cabo con un volumen de cubierta plana que articulaba la ampliación con el volumen original. Además, la intervención se dirigió también en la zona de la era, donde se restauró el antiguo pajar y se añadió un nuevo cubierto, cerrando el espacio con carácter de plaza. Estas edificaciones complementaban el programa de la vivienda principal; pueden usarse como cabañas dormitorio, talleres, salas de descanso o juego, y todas aquellas actividades relacionadas con el disfrute de la naturaleza. En este sentido, la estrategia de rehabilitación se materializó como una suma de adiciones dispersas, respetando las preexistencias del lugar y minimizando el impacto visual en el paisaje.

En los interiores se buscó un contraste claro entre el lenguaje de la intervención moderna y los muros preexistentes, siendo la madera el material principal de los acabados. Las líneas horizontales se contraponen con las pendientes de cubierta, aprovechando las triangulaciones como entradas de luz tanto en los baños de las habitaciones como en la sala de estar (a través de ventanales).

Los sistemas constructivos se basan en la tradición rural; techos de viguetas de madera y tablones machihembrados, pavimentos de madera recuperada, cubiertas de teja cerámica, dinteles de tablones de madera, porticones… Así, la reforma toma un carácter híbrido entre estos sistemas constructivos tradicionales y los elementos modernos. En el volumen de ampliación destacan grandes aberturas que ayudan a mantener una relación intensa entre el espacio interior y el exterior. La ampliación se construyó a partir de una estructura de pilares de hierro, muros de ladrillo de hormigón visto, techos de paneles sandwich de madera y poliestireno y acabados de madera de roble contrachapada.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Arquitectos:
Arcadi Pla Masmiquel + Nuria Pla Illa

Ubicación:
La Vall de Bianya, Girona, España

Área:
263 m2

Año de proyecto:
2012-2014

Fotografías:
Aleix Bagué

Arquitecto Técnico:
Jaume Aumatell i Colom

Constructor:
Edificacions Coromina S.L.



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